Ayer viendo un reportaje de callejeros, llevo la sorpresa de ver a este Trotamundos donostiarra, en Fiji. Es agradable ver como la gente se busca la vida por un sueño y confirma que el que la sigue la consigue.
Máster de rugby 7 (y de vida) en Fiji
El donostiarra internacional Ignacio Martín relata su aventura en las antípodas
16.04.11 - 02:04 -
Es una rara avis en el mundo del deporte. Su humildad nos corta a la hora de calificarlo de superdotado, pero créanme si les digo que no anda lejos de esta vitola. Ignacio Martín, licenciado en Arquitectura por la UNAV, es además un brillante jugador de rugby. Curtido en la cantera de Bera Bera, el donostiarra dio el salto al Parma de la liga italiana, pero finalmente ha encontrado su sitio en el rugby a 7. Su objetivo: el de la selección. Estar en los JJOO de 2016 y en el Mundial de 2013. A tal efecto, decidió cursar un máster que nada tiene que ver con la Arquitectura. Trasladó sus enseres a las Islas Fiji, en donde ha estado compitiendo hasta hace unas semanas.
Aclara que no fue una oportunidad que cayó del cielo. «La posibilidad de ir a Fiji no surge, la crea uno. Una vez más es cuestión de tener fe, disfrutar de una familia que te apoya y lanzarse a la aventura abandonándose en manos de la Providencia Divina. Y ya sabes, a Dios rogando...». Martín se extiende. «Queria dedicarme al rugby a 7 con máxima intensidad. Hice una llamada a un club de la isla, el Uprising Beach Resort Rugby, y me aceptaron directamente, compré un billete de avión y me planté allí para jugar, aprender, trabajar, aprender, vivir y aprender. ¡La verdad es que hay mucho que aprender!».
Antes de desgranar su experiencia al otro lado del globo terráqueo, Martín explica su relación amor odio con el rugby a siete. «Las caracteristicas de este 'nuevo' deporte se adaptan mucho más a lo que a mí me gusta sobre un campo de rugby. España tiene nivel, y claro que veo opciones de estar, no sólo en los JJ OO de 2016, sino también en el Mundial de 2013. Es una disciplina mucho más dinámica, los partidos son más cortos pero en un torneo se llegan a jugar tres cada día y cada jugador y cada acción son mucho más trascendentales. Cuando lo juego, lo odio, estoy tan cansado durante los partidos que miro a los compañeros y con una sonrisa les suelo decir, 'odio este deporte'. Y eso para mí es muy divertido, en el rugby 7 aprendes una cosa muy importante, que hay vida después de la muerte».
La aventura le ha dejado poso. «La vida en Fiji es muy amable, La gente tiene bastante poco pero no le falta de comer. Un día en mi vida en Fiji comenzaba con la salida del sol, iba a correr por la playa. Tras el desayuno o me quedaba trabajando en el resort donde ayudaba arreglando ordenadores o iba con un compañero del equipo a la plantación. A recoger la comida del día y a ayudar con la cosecha de próximas semanas. Principalmente comíamos Kasava, Calo, Bele, Roro, Yam, Taro y China. Raíces y tubérculos... casi siempre acompañados de arroz o noodles. Abundantes en almidón lo que provocaba digestiones muy pesadas que requerían un elemento de exportación de mi país de origen. La siesta». Durante un torneo, el ex seleccionador de Fiji de rugby presenció un encuentro de Ignacio, y fue en su búsqueda a la conclusión. «Me dijo que parecía un jugador local, lo cual, viniendo de un seleccionador de una potencia de este deporte, me hizo bastante ilusión y me dio fuerzas».
Martín habla con devoción de Fiji, a la que tiene previsto volver en unas semanas o meses. «Por la tarde entrenábamos de nuevo o íbamos a nadar o realizar alguna otra actividad en el entorno, desde remar en los outriggers, hasta montar a caballo o ir a dar paseos por las montañas de los alrededores. Después, una cena ligera y a la cama pronto. La calidad de vida es superior en Fiji en mi opinión. Me explico. El estrés no existe, el reloj lo puedes dejar en casa y se vive con pocas comodidades, lo que personalmente me agrada bastante. En cuanto a la Arquitectura, espero no haber dejado de ejercerla, espero haberla ejercido al menos con cada mirada. si hago realidad el sueño de volver a Fiji me espera un proyecto para construir una escuela... y quizás otro para construir una vida».
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